domingo, 30 de septiembre de 2012

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Queridos lectores: Acaba de salir el número 7 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo. Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus crónicas a: mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia. Explicación Habréis observado que este número aparece en mi blog con un mes de retraso. La culpa ha sido de las vacaciones. Las mías, en honor a la verdad, ni me quitaron tiempo para escribirlo, ni me dejaron sin contenidos; sencillamente entendí que no tenía derecho a quitaros unos minutos de las vuestras para leerlo. Así pues, ahora que todos empezamos a volver a la normalidad, reanudo las publicaciones con dos deseos: seguir contando con vuestra visita, y encontrarme con visitas nuevas. Novedad En el número 5, en esta misma sección, os comunicaba una buena noticia: mi trabajo “Falsa Noticia”, presentado al Concurso Internacional de Redacción en Braille que cada año convoca la Unión Europea de Ciegos, había sido seleccionado en España, y para que todos pudierais leerlo, lo inserté íntegro en la sección “Cajón de Sastre”. Pues bien, en este número me satisface comunicaros que, en los primeros días del presente mes, fue designado Primer Premio Internacional. Desde aquí quiero agradecer el gesto a cuantos me han felicitado a través de mi correo electrónico privado, de Skype, telefónica y personalmente. Muchas gracias a todos. María Jesús. Seguidores de Honor: Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012. Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.

La Vitrina

Los buenos escritores no son siempre los que publican, hay autores buenísimos que nunca han publicado un libro. En mi vitrina hay una estantería muy especial para ellos. Uno de los autores que la ocupa es Manuel Santos Greve, un ciudadano que en sus horas libres escribe para sus amigos. Sus historias desprenden veracidad. No en balde es uno de tantos españoles que tuvo que dejar el pueblo y marchar a la ciudad, razón que explica sus amplios conocimientos de las zonas rurales. Hoy os invito a leer una de sus primeras historias: “Calixta”. Si aceptáis la invitación veréis que el acoso infantil y los malos tratos a la mujer no son barbaridades de nuestros días y de las grandes ciudades como quieren hacernos ver, son problemas que se han sufrido en nuestros pueblos durante muchas décadas y sin que a la sociedad le preocupara. Pero mejor será que me calle y os deje reflexionar con los distintos personajes de Manuel. CALIXTA (Una biografía con ilustraciones) María Moreno fue una buena mujer: De pueblo, por que nació, se educó y vivió su juventud y madurez en Villanueva del Infante, en el corazón de la comarca de La Serena. Trabajó en la siembra, trabajó en la cosecha, trabajó en el huerto y trabajó en casa. Siempre le fue fiel, al infiel de su marido, y le hizo cada día la comida y, por las buenas o por las malas, nunca le negó nada. Pero como en los pueblos la vida de las mujeres es así, no se consideraba ni más desgraciada, ni feliz que las demás. Tenía una hija que le dio la alegría de la maternidad y de revivir con ella los años de la infancia, y el pesar de prever, como para ella iba a ser el resto de su vida, ni más ni menos como la suya. El anticipo de esos pesares ya los vivió con el bautizo. La madre de su marido, (jamás se le hubiese ocurrido llamarla “suegra”) se llamaba Calixta, y Calixta vivía y mandaba en su casa. A la niña le pusieron Calixta. Calixta fue a la escuela con las demás niñas del pueblo. Fueron los primeros años felices. Calixta era aplicada, lista y prometía ser una mocita de buen ver. Pero en cuanto sus compañeras cumplieron los nueve o diez años comenzaron las envidias. Martina lideraba el grupo de niñas rabisalsas que se metían con ella: ¡Calixta, Calixtilla!, ¿Te sabes la cartilla? Calixta intentaba no hacerles caso, pero muchas veces las niñas, con Martina delante, le cerraban el paso a su casa y, más de una vez, le tiraron los libros al suelo, y le deshojaron sus cuadernos, todos ellos rellenos con una letra menudita y preciosa. Calixta se lo había contado a su madre y a la profesora. Pero ambas le decían que eso era cosa de niñas y que no tenía que hacerles caso. La profesora una vez le llamó la atención a Martina, y fue el remedio peor que la enfermedad. Martina, vengativa, esperó callada hasta el domingo, en que aprovechó cuando Calixta volvía de la misa de la escuela, con su trajecito de domingo a su casa por el prado. Martina salió corriendo de detrás de un árbol, donde se había escondido, y con su mayor peso la empujó fuera del camino y la echó a la cuneta, con todo el barro. Empezó la preparación para la primera comunión de las niñas. María y su marido se esmeraron en que Calixta fuera con un traje bien bonito. En el pueblo el vestido de primera comunión de las niñas es como un escaparate del éxito del padre. ¡Mi hija es la niña más guapa de este pueblo y tiene que ir con el mejor traje! Y efectivamente así fue, Calixta estaba preciosa, pero Martina, por mucho que quisieron hacer sus padres no pudieron disimular las grasas que le salían por todas partes. Ese día Calixta y su madre fueron felices. Hasta el padre sonreía. Pero volvió el colegio y las críticas y agresiones. Le quitaban los libros y cuadernos. ¡Calixta, Calixtilla!, ¿Dónde está tu cartilla? Le gritaban mientras le enseñaban sus cuadernos o libros, haciéndola correr para intentar recuperarlos. Raro era el día que no llegaba llorando a casa. El sábado le tocó confesión y fue a contarle sus penas al párroco: - Hija mía, debes tener paciencia, devolver bien por mal, y rézale al Señor. Ya verás como todo se arregla. Reza tres Ave Marías. Le habían quitado La Enciclopedia y no podía estudiar las lecciones. La maestra le preguntó qué le pasaba y ella se calló. La mala experiencia anterior la tenía escarmentada. No era cosa de que la volvieran a tirar a la acequia. ¡Calixta, Calixtilla, ¿No te sabes la cartilla? El sábado siguiente volvió a la confesión con el Párroco. - Calixta, ¿No será que tú misma has perdido la enciclopedia? San Antonio es el abogado al que hay que rezar para las cosas que se pierden. El párroco se metió la mano entre los muchos botones de la sotana y le dio una estampita. - Toma y ya verás como aparece tu enciclopedia. Calixta miró la estampita en que había un calvo haciendo malabarismos con un libro y un niño de rosa, le dio la vuelta, y leyó: San Antonio Bendito, que al monte fuiste, el rosario y el silabario perdiste, te encontraste con Jesús, quien te consoló y tres virtudes te dio: "Que lo Olvidado se Recordara", "Que lo Perdido se Encontrara" y "Que lo Alejado se Acercara". Es por esto San Antonio, que en este momento te pido desde lo más profundo de mi ser que: (...aquí se hace la petición...). Te doy las gracias por haber concedido mi petición (como si ya hubiese sido hecho el favor). Luego se le reza a San Antonio: un padrenuestro y tres avemarías, en pago, o en agradecimiento por lo que nos ha ayudado a conseguir. Sin dudarlo y con la alegría inocente de que sus males estaban en camino de resolverse, allí mismo en la iglesia rezó el padrenuestro y las tres avemarías. Pero la enciclopedia la había tirado Martina al pozo. Y San Antonio no saca cosas de los pozos, eso es una especialidad de San Isidro. Muy desesperada, terminó contándole a su madre entre llantos lo que le pasaba. Su madre la consoló, con esa efectividad que sólo las madres tienen, y sacando de aquí y allí monedas y billetes escondidos, le compró una nueva enciclopedia sin contárselo a nadie. Calixta cogió la enciclopedia como un tesoro. Ya no la llevaba a la escuela. Anotaba las cosas y presentaba sus trabajos muy bien hechos. Las niñas malas se dieron cuenta de que Calixta tenía otra enciclopedia y se confabularon para quitársela. Martina era hija de “Martinota”, y nieta de la Venancia. Venancia y la Calixta, la abuela de Calixta eran amigas de siempre. A veces aparecían por casa de María. Esas visitas eran una pesadilla. Martina y su hermano revolvían la casa. Y Venancio, que ya era un zagalón de 19 años, iba detrás de las faldas de Martina. Calixta se quedaba pegada a su madre todo el tiempo. En aquella ocasión los dos hermanos anduvieron revolviendo por la casa hasta que encontraron la nueva enciclopedia, Martina se la metió bajo la ropa, y como era tan gorda, no se le notó. La pobre Calixta no se enteró hasta que se habían ido. Aunque María supo lo que había pasado, no se atrevió a acusar a la familia de la amiga de su suegra. Ya bastantes disgustos le daba Calixta-Suegra para que hubiese un motivo más para tenerla en contra. De nuevo Calixta empezó a ir regular en la escuela: ¡Calixta, Calixtilla! ¿Tampoco hoy te sabes la cartilla? El sábado volvió a confesarse con el párroco. - Padre, recé el padrenuestro a San Antonio, y no solo no me apareció la enciclopedia sinó que me han quitado la que me compró mi madre. ¿No tiene Vd. una oración para que Martina se muera? El párroco se escandalizó. - No hija. No se le debe desear el mal a nadie. El mal es cosa del demonio. Tú debes pedir sólo el bien. Toma esta estampita de Santa Mónica. Fue la madre de San Agustín, y con sus rezos hizo que su marido y su hijo se hicieran buenos. Rézale tres padrenuestros. La estampita, con una mujer mora, con aspecto de ida, haciendo manitas con un chico joven, ponía por detrás: "Cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto la pelea, pues....no peleamos". Calixta apretó con rabia la estampita y la tiró al suelo. Allí en el mismo suelo de la iglesia que, cuando el párroco saliera del kiosco, la viera. Se dirigía a la salida cuando levantó la vista y vio como el rayo de luz, que entraba por la cristalera de poniente, daba sobre un cuadro de San Miguel. Patrón de Tenerife. Eso ponía en la placa inferior del cuadro. Allí estaba el Arcángel en todo su esplendor, las alas desplegadas de color dorado, la capa roja, el peto azul brillante, y una faldita corta que no le tapaba nada, por que nada tenía que taparle. Con la mano derecha portaba una espada en actitud de descabello sobre un diablejo, al que tenía sujeta la cabeza con el pié izquierdo cubierto con una zapatilla trenzada, de diseño. Pero el sol sólo daba en la parte inferior del cuadro. Allí estaba el diablo. El abogado de las cosas malas, como le había dicho el párroco. Los ojillos del diablo la miraban con simpatía. ¿O se lo parecía a ella? Se acercó a él, y mirando sus ojitos, le dijo en voz alta. - Vale… no la mates. Pero quítame a Martina de encima para siempre. Cruzó por delante del Santísimo sin arrodillarse y salió de la iglesia con la cabeza alta. El lunes Calixta, aunque su madre le ayudó, no pudo preparar la lección de los Ovíparos y los Vivíparos. Su madre no sabía que bichos eran esos. Cuando le preguntaron se echó a llorar. Al salir de clase Calixta tenía los ojos rojos y toda la rabia en el cuerpo. Desde los escalones de la escuela Martina le gritó. ¡Calixta, Calixtilla! ¿Es ésta tú cartilla? Calixta se volvió, y allí estaba su enciclopedia, en manos de Martina. La señaló con el dedo y dijo para sí ¡Ojalá te partas una pierna! Y se le presentaron los ojillos sonrientes de Belcebú a los pies del prepotente San Miguel. Fue cosa de un instante, Martina resbaló, se le cruzó la pierna y cayó sobre la pantorrilla con todo su peso. Hasta Calixta que estaba a 6 metros oyó el crujido del hueso al partirse y los gritos inacabables de Martina. Los gritos fueron tales, que toda la gente del pueblo vino a ver qué pasaba. En sus gritos, Martina recordada el dedo de Calixta señalándola, y decía, ¡Ha sido ellaaaa! Pero nadie sabía a lo que se refería, por que todos la habían visto caerse sola. Llegaban, miraban, y se iban, ¡A la hija de la Martota se le he roto un hueso!, otros menos finos afirmaban ¡Se a roto una pata! Entre el bullicio Calixta recogió su enciclopedia y se fue a su casa despacito, disfrutando del sol y la primavera. La asistencia médica, en aquellos años no era lo que tenemos hoy. En primer lugar, Martota sin su marido o su hijo, que habían ido a la feria de ganado de Don Benito, no se atrevía a moverse. A la niña la acostaron en su cama y a esperar. Padre e hijo, que ya hacían pareja en las juergas, tardaron cinco días en volver. Hubo que esperar dos días más hasta que estuvieron en condiciones de reaccionar. Cuando finalmente Martina cayó en manos del médico éste ya detectó que el hueso había empezado a soldarse, mal, pero viable. La escayoló tal como estaba, Pasaron los días, y quitaron la escayola. Y para siempre Martina tuvo un andar modulando el paso con una cojera indisimulable. Tacones no se los pudo poner nunca. Y en todo el pueblo se dijo desde entonces, “... esa, para vestir santos”. Durante los siguientes siete años la vida para Calixta fue casi feliz. Ella quería haber sido taquimecanógrafa. En las novelas de Corín Tellado, que alquilaba en el kiosco, las taquimecanógrafas siempre se casaban con un ingeniero o un abogado guapo y educado. Pero entre el huerto, los conejos y las gallinas no había posibilidad más que para la vida del pueblo. El Venancio se casó con la Enrica. Como era de los ricos del pueblo, por que su padre le había dejado muchas tierras, la boda fue sonada. La Enrica tenía también muchas tierras. La boda la había organizado la abuela Venancia. Enrica era de las amigas buenas de Calixta. Y ella estaba muy triste. Sabía que a su amiga Enrica no le esperaba buen porvenir. Lo único bueno que se decía del Venancio, “En esa casa, ¡De comer no te va a faltar!” El matrimonio de la Enrica y el Venancio, sólo duró dos años y medio. Una mañana Enrica apareció ahorcada en el almacén del grano. La Martinota, la Venancia y Martina explicaron que la hija / nieta / cuñada después de la boda se había ido volviendo loca, y eso que ellas le habían ayudado en todo mucho. Martina “la coja”, Martinota y Venancia vivían en la casa. Achacaban el caso a que la Enrica era estéril. La Venancia, a la que los años habían hecho cada vez más burra, decía…”Es de las que tienen el coño seco”. - Y eso que Venancio era cariñoso con ella, - decían- pero a la Enrica solo se la oía gritar en el dormitorio y se pasaba el día llorando. Sólo estaba más tranquila cuando Venancio se iba de viaje a las ferias de ganado. Después de la muerte de Enrica, Venancio estuvo en el notario, registró todas las tierras de Enrica como patrimonio propio, y se fue de lo más contento a la siguiente feria de ganado. Y no habían pasado ni cuatro meses, cuando la bomba se le vino encima a Calixta. Su abuela Calixta, en conversaciones con la Venancia, pensaron en Calixta como nueva mujer para el Venancio. ¡Pero chica si es muy buen mozo! Alto y fuerte. Y además, ¡En esa casa no vas a pasar hambre! Su padre había muerto llevándose la llave de la despensa, y su madre y su abuela veían en la boda una solución a sus problemas. Y la abuela tenía un carácter tan fuerte que, ni ella ni su madre, supieron oponerse. Concertada la boda, la abuela Calixta lo celebró, quizás en exceso, con sus habituales copas de aguardiente. Fue un entierro rápido y sin ceremonias, para que no interfiriera en la boda inminente. Así que Calixta, se encontró, sin comerlo ni beberlo, probándose el traje de novia. Un medio pretendiente que tenía, Conrado el Honrado, le llamaban, salió por piernas. Sabía que donde entrara el Venancio se salía escaldado. Nunca se supo de qué había muerto el padre la Enrica. Apareció una mañana con la cabeza rota detrás de la era. Se pensó en que fue una caída del caballo, pero nadie estaba seguro, y nadie comentó nada. Tendría que vivir en la misma casa con Martina “la coja”, que siempre la odió, por que la consideraba culpable de su andar flamenco (así lo decían por el pueblo), - ¡Va bailando sevillanas en línea recta! con la suegra Martinota y la madre de la suegra, Venancia, ¡Que tres desgracias! Conviviendo con las tres en la misma casa no podría ser feliz por más ánimo que le pusiera al asunto. Corín Tellado nunca había descrito una boda así para terminar una novela. Su madre le decía, ¡Hija, que la necesidad es muy mala, y tu no vas a pasar por ella, alégrate!, y haz como yo con tu padre. A tu marido dale todo lo que te pida. A mí nunca me gustó eso, pero a algunas mujeres dicen que les va. A ver si tienes suerte. Había en la parroquia un nuevo cura párroco, que parecía más simpático que el anterior, y decidió sincerarse con él. Calixta le contó sus iras de niña contra Martina y cómo le había pedido al diablo de San Miguel, que le echara una mano para recuperar la enciclopedia. Le contó sus temores sobre su futuro marido y del terror que le inspiraba la boda con él, y la desgraciada vida que le esperaba compartiendo lo que debería ser su casa con cuñada, suegra y resuegra, - ¡Hija mía! – exclamó el párroco. Todo lo que te pasa, y te va a pasar, lo tienes bien merecido por adorar a Satanás. La única esperanza que le queda a tu alma es el sacrificio. Debes de ser humilde y callada, y ofrecer a Dios todos tus sufrimientos, y sólo así, verás la señal de Dios cuando dentro de diez o veinte años Él te perdone y te lleve. Mira tu amiga Enrica, por orgullo, no sólo sufrió en este mundo, sinó que, además, por su mala cabeza y falta de espíritu de sacrificio, ahora está quemándose en el infierno, por el pecado imperdonable del suicidio. - Debes de tomar como modelo de tu vida a Santa Rita de Cascia, y como ella, atraer al camino de la religión a tu marido Que colabore con la iglesia y de fondos para el culto. Sólo así lograrás el perdón de Dios. Después de estas palabras el párroco le dio una estampita de Santa Rita, la puso a rezar dos rosarios en cruz, y le dio la bendición. - Puedes ir en paz hija mía -, le dijo. Leyó lo que ponía la estampita por detrás: La santa de lo imposible. Fue una hija obediente, esposa fiel, esposa maltratada, madre, viuda, religiosa, estigmatizada y santa incorrupta. Santa Rita lo experimentó todo pero llegó a la santidad, porque en su corazón reinaba Jesucristo. ¡Pues vaya porvenir que me espera!, pensó Calixta, además de lo que ya preveo, encima estigmatizada e incorrupta. Pero Calixta tenía su fondo de inocencia y bondad, y con el consuelo de su madre, llegó a pensar, que igual Enrica se había vuelto loca de verdad, que el Venancio algo bueno tendría y que las tres mujeres podrían dejarlas de lado si lograba irse a vivir con Venancio a una casa que tenía, desocupada, a las afueras del pueblo. El día de visita a su casa para pedirle a María la mano de Calixta, comenzó a ver que las cosas no serían fáciles. María Moreno había gastado una parte de su menguado capital en comprar un reloj para Venancio, y las mujeres de Venancio, así las llamaban en el pueblo, le regalaron 12 toallas para el ajuar. Venancio cogió el reloj y se lo guardó en el bolsillo sin dar las gracias. En ese momento, Calixta, con su mejor sonrisa y roja como una amapola, se lanzó: - Venancio, ya que vamos a vivir juntos, y como “la casada casa quiere”, podías arreglar, en estas semanas que faltan para la boda, la casa que tienes junto a la carretera y nos vamos a vivir allí. Fue como si el coro estuviera preparado. Al unísono las tres desgracias, comenzaron sus carcajadas. - La casa de la carretera…. Ja, Ja Já. Venancio, que aún guardaba algún respeto a María Moreno, conteniendo la risa, dijo. - Calixta, esa casa es… para otra cosa…, pero no te preocupes. Que la casa nuestra te gustará mucho. Mi madre ya ha puesto sábanas limpias en la cama. Estando allí, las labores de casa te serán más fáciles. Claro que, tanto mi madre como mi abuela, están ya mayores, y mi hermana con su cojera, poco te podrán ayudar, pero no te faltará compañía. Al cabo, Calixta se enteró que la casa de la carretera la utilizaban los fines de semana y festivos, el Venancio y sus amigos, para “cosas de hombres”, con compañías femeninas, traídas en furgoneta, de los clubs de carretera de los alrededores. Le comentaron que, eso era una bendición, así los hombres del pueblo ya no se empeñaban en traerlas a casa y cuando volvían de uno de esos festejos, ya volvían con el vino pasado, por que la mona, la dormían allí. Esos razonamientos no convencían nada de nada a Calixta, que seguía sin encontrar la más mínima correspondencia entre su boda y las descritas por Corin Tellado en sus novelas. Llegó el día de la boda. Domingo de sol. Calixta, que era guapa y lo sabía, se vio vestida de novia y no pudo evitar sentir la vanidad. Entró en la Iglesia del brazo de su tío Ramiro (venido de Madrid para la ocasión). El órgano tocó algunas notas más o menos musicales, y en ese momento Calixta se pensó: - En este momento me siento feliz, ¿Volveré a sentirme alguna vez como ahora? Sabiendo que la felicidad sería muy, muy breve, aprovechó los segundos como tesoros. Miró con cariño a su madre y a sus amigas, con indiferencia y superioridad a las que siempre la envidiaron, y al trío de las desgracias con rencor y odio. Cuando se puso junto a Venancio ya le llegó el cante. Olía a sudor de axila. El cura atacó el proceso del casorio con las inconexas palabras de siempre. El pueblo de Villanueva del Infante es de esos pueblos de la comarca de La Serena en que los que la abundancia sólo corresponde a la pizarra y al granito. Pocos árboles, jara, tomillo, y retamas. Muy bonito todo. Pero la producción nunca dio para alimentar a todos. Ello obligó a la emigración. Particularmente en el siglo XVI. De los emigrados, uno de ellos hizo fortuna, El Adelantado de Espinosa, primero en Sur América, y después en la Islas Afortunadas. En uno de sus viajes a España estuvo en la corte de Felipe IV, y coincidió e intimó brevemente con Carlos Manuel II, de la línea de los Saboya. Como resultado de esa amistad, y con la ayuda del duque de Medina de las Torres, al Adelantado le adjudicaron el título de Conde de Villanueva del Infante. Este nombre de la villa, se debe, simplemente, al paso por esa ciudad, donde durmió una noche, el Infante Fernando II, hijo de Berenguela de Barcelona y Alfonso VII. Pues bien, el Adelantado de Espinosa, ya convertido en Conde, se instaló en sus nuevas posesiones, y a él se deben la renovación del castillo residencial que preside el pueblo y la total remodelación de la iglesia. Nuestro Adelantado se trajo de Sur América el dinero, y de Tenerife muchas de las obras de arte que adornaron su palacio (hasta el incendio de 1936), y la iglesia, que ha tenido mejor suerte. No debe extrañar por tanto, que en esta iglesia abunden las obras dedicadas a la Virgen de Rosario, a San Amaro y sobre todo al Arcángel San Miguel, de devoción particular en Tenerife. Y por ahí paseaba sus ojos una Calixta, que trataba de disimular, con la observación de cuadros e imágenes, el giro de su nariz hacia otra dirección. Y a las 12 y media, el sol entra casi en vertical por el lucernario de la cúpula de iglesia. Y ahí estaba de nuevo. Esta vez, San Miguel, en vez de llevar espada llevaba una lanza, iba a clavársela en la espalda, igual que ella había hecho con algunas mariposas, a un diablito que con cara de pena estaba leyendo un libro. Extendía sus manos hacia arriba como pidiendo clemencia a un imperturbable San Miguel, con escudo capa roja y alas negras. El rayo de sol hacía brillar sus ojos. A Calixta le pareció que era una mirada de confraternización. - Pobrecito, - pensó Calixta – te van a pinchar como a mí. - Diablito, diablito ¿Y si me ayudas otra vez? Con estos pensamientos, el cura había concluido el sermón. Más que un sermón a ella le pareció una amenaza. Las palabras “obediencia”, “trabajo”, “fidelidad”, siempre las decía mirándola a ella. Y la duración: De por vida, y con una extensión, de la vida en común, en el más allá. Salida, a paso pausado, del brazo del Venancio, toque de órgano, flores, hasta arroz. Aquí Calixta sonrió. Por fin encontraba algo de las novelas de Corin Tellado en su vida. La fiesta y baile, unido a lo que le habían hecho beber se pasaron sin más recuerdo que el abrazo de su madre. - Hija mía, que lo sobrelleves lo mejor posible. Esa noche fue mejor que lo que imaginaba. Entraron en el dormitorio, él puso sus manos sobre ella, y Calixta tuvo el valor de esbozar una sonrisa. Mejor ir por las buenas: Venancio, si me ayudas a bajar la cremallera, me daré más prisa. Necesito un minuto en el cuarto de baño. Al salir del cuarto de baño, Venancio estaba dormido como un tronco sobre la cama. Tampoco esto pasaba en las novelas de Corin Tellado. Se acercó a él y lo miró despacio. Seguía oliendo a sudor de axilas, pero además se le unían los aromas de alcohol. Tenía la boca abierta, mostraba dos mellas laterales por donde expelía el aliento produciendo un silbido, como para reunir un rebaño de cabras. Cogió una almohada y se acostó sobre la alfombra sin hacer ruido, tapándose con la toalla de baño, era una de las que le dieron como regalo de pedida. Como estaba cansadísima, y algo bebida, se durmió enseguida. Se despertó unas horas después. Entraba la luna por la ventana. En los pueblos, por la noche los animales descansan, pero siempre se oyen ladridos, aullidos, el cocear de las bestias, y si se anuncia la madrugada, como este era el caso, el piar de los pájaros. Buscó con cuidado y sin hacer ruido unos pantalones, camisa y las alpargatas y salió discretamente por la misma ventana por donde entraban los sonidos y la luna, y se fue a pasear por el campo, dejando al Venacio ocupado con sus silbidos, ronquidos y otros sonidos originados en el estómago y tracto intestinal. El amanecer ya se percibía. Cruzó la era, donde aún se arremolinaba la paja con el aire suave de la mañana y siguió hacia la estación. Se sorprendió de ver a Conrado con una maleta de madera en la mano. - ¿Dónde vas Conradito? - Me voy ya a la mili. ¿Pero que haces tu aquí? ¿No debías estar en casa con el Venancio? ¡Te casaste ayer! La sorpresa de Conrado estaba justificada. Pero si esa fue su sorpresa, mayor fue a continuación. Calixta lo cogió del brazo, y muy pegada a él le dijo: - ¿Has visto al pasar, qué bonita está la era? Ven conmigo Conrado llegó a coger el tren por los pelos, y Calixta entró en casa haciendo ruido por la puerta principal con un cubo de leche en la mano. - ¡Buenos días! El desayuno estará dentro de 10 minutos. ¡Arriba! Se fue al dormitorio, Venancio seguía en la misma posición. Se cambió de ropa interior y dejó el testigo de su pérdida de la virginidad entre las sábanas. A continuación dijo suavemente: - Maridoooo, el desayuno. Se aseguró de que Venancio abría los ojos y salió hacia la cocina. Añadió antracita a la cocina, movió los rescoldos y puso la leche de cabra, recién ordeñada por ella, en un cazo a calentar. Poco a poco las tres desgracias fueron apareciendo. Venancia, Martinota y casi media hora después Martina. Venancio el último. Con una profundas ojeras y el ceño fruncido por el dolor de cabeza de la resaca. - ¡Es lunes y día de trabajo! – anunció Calixta. Un buen desayuno es la mejor forma de empezar el día. - ¿Qué pasó anoche? – preguntó Venancio con cara de ido. - No me hagas enrojecer marido – Contestó Calixta con la mirada baja.- Bien que lo sabes. Esas cosas no se preguntan delante de la familia. Venancio no se acordaba de nada, pero pensó que ya habría días y días en el calendario. Tenía una resaca horrible y le dolía la cabeza. Desayunaron las hogazas de pan con torreznos recien fritos por Calixta y las tres mujeres empezaron a sonreír. Ahora ya tenían una buena cocinera. En la puerta se presentaron dos hombres y un perro. El pastor de las ovejas y su hijo. - Venancio, disculpe Vd. y la compaña. Pero es que el Altamiro, llevando el tractor de Vd. se ha quedado atascado en medio de la loma del Cerrillo, y no va ni para adelante ni para atrás. - ¡Me cago en vuestros muertos! ¡Es que ni por mi boda vais a hacer nada bien! Ahora cojo el caballo y voy para allá. Y tú, Calixta, a ver que haces de comer para hoy. Volveré dentro de tres o cuatro horas. Las cuatro mujeres se quedaron calladas. Calixta sabía lo que pensaban. Así que les facilitó la tarea. - Voy a la jaula a elegir un par de conejos para la comida de hoy. Quiero que “mi marido” (remarcó las palabras), se de cuenta que sé guisar. Se va a chupar los dedos. Las tres mujeres, en cuanto Calixta salió al exterior, entraron decididas al dormitorio. Martinota miró las ropas de la cama y la ropa interior que Calixta había dejado allí. - Pues esta lagarta no se ha resistido como la Enrica. Hay que tener cuidado con ella, por que igual se hace con el Venancio. No hay caso madre, ya lo malmeteremos. Será cuestión de pocos días. A esta le tengo muchas ganas. Pero… las cosas cambian de un minuto al siguiente. El pastor apareció a lomos del caballo de Venancio. Todos en el pueblo supieron que algo grave pasaba. Venancio no dejaba que nadie se montara en su caballo. - Señora, señora, ¡Qué desgracia! ¡El Venancio se ha matado! El tractor lo ha espanchurrado. Se le ha volcado encima. Le ha aplastado el pecho y la barriga. Solo mi hijo ha oído sus últimas palabras. Ha dicho: ¡Me cago en la leche! Calixta, que ya tenía al conejo cogido por las orejas, le perdonó la vida. Iba a salir por la puerta cuando Martinota le dijo: - ¡Tú donde vas! - Voy a la iglesia, ¡Para que vaya al cielo.! Con el velo en la mano salió en dirección a la Iglesia, pero en cuanto dobló la esquina, salió corriendo y llegó jadeando a casa de su madre. - ¿Está todavía en casa el tío Ramiro? - Sí, se va en el tren de las 11. Está recogiendo sus cosas., pero hija ¿Qué te pasa? Ramiro era el hermano de su padre, con el que se había llevado regular. Su padre tuvo las tierras, pocas y malas, pero las tuvo. Y Ramiro se dedicó a lo que pudo. Fue estraperlista, albañil, chamarilero y finalmente, con treinta y dos, se casó, sentó cabeza y se colocó en el mercado de Maravillas en el puesto de su suegro y de su cuñado vendiendo carne. Hacía ya varios años que se había hecho con un hueco por su cuenta y se había especializado en pollos y conejos. Desde la muerte de su hermano había venido varias veces por el pueblo. Todos habían hecho las paces y accedió a ser el padrino de la boda, a pesar de que no le satisfacía la elección del novio. Calixta, fue clara y al grano. - Tío puedo perderlo todo o lograr la libertad y el bienestar para mi madre y para mí. Y haciendo de tripas corazón, les contó como fue la boda, con su noche y su madrugada. Su tío se quedó pensando un momento y le dijo: - Ahora vendrá el velatorio, los llantos, - tu hija llora todo lo que puedas- y después el funeral, - sigues llorando. Alguien vendrá a verte de mi parte. Te dará unos papeles para que los firmes, procura que no te vean. Y dentro de una semana volveré por aquí. Mientras tanto, tú te haces de viuda desconsolada. Durante el velatorio, con sus comentarios de unos y otros, y durante el incesante reparto de comidas y bebidas a prácticamente a todo el pueblo, Calixta empezó a captar, que se había convertido en la viuda más apetecible del pueblo. Cuando salió el cortejo fúnebre camino del cementerio, en la casa quedaron sólo las mujeres. Tanto sus amigas buenas, como las malas, le decían por lo bajo, para que no lo oyeran las tres desgracias: - Ahora te podrás casar con quién quieras. Vas a ser la viuda más joven y rica del pueblo. Alguna amiga, más del lado de Martina, le dijo con cierto retintín: - Calixta, te quedarás a vivir en esta casa , ¿Verdad?, no vas a dejar a estas pobres mujeres solas. Martina con su pañuelo en la mano lloraba, o fingía llorar, y ponía cara de inocencia a cualquier tipo de sugerencia o insinuación. Una semana después fue el funeral. Con un túmulo en el centro que simulaba el féretro. Calista en un reclinatorio de raso en el primer plano estuvo todo el tiempo con la mirada baja. Sólo la levantó una vez para dirigírsela al cuadro de San Miguel, y apenas moviendo los labios murmuró. - Gracias, diablito. Algo haré por tí. Has sido muy bueno conmigo. Cuando terminaron los actos funerarios, Calixta, acompañada de su tío, fue a la casa de Venancio (que en paz descansaba) y reunió a las tres mujeres. Y con un discursito, preparado por su tío, les dijo muy despacito: - Venancia, Martinota, Martina: Como sabéis ahora soy la viuda del pobre Venancio. Él quiso que la boda fuese en régimen de gananciales, es decir que compartiéramos los bienes. Una vez fallecido, yo quedo en usufructo de esos bienes. Todas las casas, tierras y dineros de las cuentas pasarán a mi hijo, si como resultado de la noche que pasamos juntos me hubiese quedado embarazada, cosa que no descarto. Como administradora de los bienes, he pensado que esta casa es excesiva para vosotras, y he dispuesto que podáis trasladaros a la casa de la carretera. No os cobraré ningún alquiler. Ya he dicho que le den una mano de cal. La próxima semana entrarán los albañiles aquí. Esta casa, que está en el centro del pueblo, será una sucursal del Banco Rural, así que tenéis hasta el domingo para recoger vuestras cosas. Ni que decir tiene, que las tres mujeres, esta vez si que se sintieron desgraciadas. Gritaron, fueron dando voces por el pueblo, quisieron liar al párroco a su causa, pero todo les resultó inútil. Calixta las vió salir precedidas de un carro lleno de baules, maletas, hatos y hatillos. El párroco estaba de parte de Calixta. Le había dado, además de los gastos del funeral, una cantidad apreciable para la restauración de los cuadros de San Miguel. María Moreno, aconsejada también por el tío Ramiro, vendió las cuatro tierras del pueblo y se compró un pisito en Calle Hermanos García Noblejas, con calefacción central y piscina comunitaria. Allí se fueron a vivir madre e hija y se dieron cuenta de que la razón estaba en los que habían emigrado del pueblo. Calixta, tenía aún el remordimiento de que su agradecimiento al pobre diablito, que le había ayudado, no estaba todavía satisfecho. Los recién llegados a Madrid son en general los que más ocupan las calles, monumentos y jardines. Se les nota enseguida. Van con cara de admiración girando la cabeza a diestro y siniestro. Calixta dedicó ese domingo de sol al Retiro. ¡Qué grande! ¡Qué bonito!. Iba avanzando disfrutando del otoño madrileño, cruzando desde el estanque hacia el paseo de coches cuando vio un grupo de personas, reunidas alrededor de alguien que subido en una silla plegable, hacía de orador. Y todo ello al pié de una hermosa estatua de piedra. El orador improvisado estaba con su tema: - … fue un acto de divina injusticia. Este que aquí veis, Demonio, Diablo, Lucifer, Belcebú, Satanás, Luzbel, o cómo le queráis llamar, ha sido tratado por la historia, la Biblia en este caso, con total injusticia. ¿Cuál fue su pecado? ¿Cuál fue su batalla perdida? Él sólo pretendía la implantación de la democracia. Cansado de la dictadura celestial, trató de que hubiese una voluntad popular entre los ángeles. Que Dios pasase a ejercer un poder constitucional y que un consejo de Ángeles, elegido por mayoría, tomase el relevo del poder ejecutivo. Y, …digo yo… si condenamos a Franco, a Musolini y a Hitler, por qué denigramos a este pobre luchador, pionero de la democracia… Él podría haber sido un Adolfo Suárez celestial… El orador siguió con su tesis, mientras Calixta lo oía con toda su atención. ¡Claro que era así! El diablito que le ayudó no podía ser malo. El malo siempre es el que hace daño, el que pincha, con la espada o con la lanza. Realmente el fascista era el Ángel. Esperó a que terminara su discurso, se acercó a él, y sacando el billete doblado de 5000 pesetas, de reserva, que siempre llevaba en el bolso por si le hicieran falta, le dijo: - Amigo. Lleva Vd. mucha razón. Que ésto le ayude a seguir con su campaña de esclarecimiento de la verdad. Calixta, a partir de ese momento se consideró liberada de su deuda hacia el diablito. Quizás habría sido todo fruto de la casualidad. ¿O nó? Pero así, ya su conciencia quedaba en paz. Conrado terminó el servicio militar, y cuando volvió al pueblo flipó en colores al oír las noticias de Calixta. Fue a verla a Madrid. Se abrazaron. Ella ya estaba de 5 meses. El niño nació y para que no quedaran dudas hicieron pruebas de sangre. No había duda. Además la naricita era toda la de padre. Se casaron y fueron felices y nunca más aparecieron por el pueblo. Son unos madrileños más. Sus vidas ahora sí que eran como en las novelas de Corin Tellado. FIN

Mesa camilla

Creo que ha llegado la hora de reconocer que nuestra crisis es más que económica, que es algo que va más allá de nuestros políticos, de los tejemanejes de los banqueros, de la codicia de los constructores y grandes empresarios, de los malos tiempos o la prima de riesgo y entender que nuestros problemas no se van a terminar cambiando a un partido por otro, con baterías de medidas urgentes todos los viernes y convocando huelgas generales cada dos por tres. Por mucho que nos duela me parece que es hora de aceptar que nuestro principal problema no es Grecia, el euro o la señora Merkel y admitir, para tratar de cambiar, que nos hemos convertido en un país mediocre. Ningún país alcanza semejante condición en tan solo unos años. Lo nuestro no es otra cosa que el resultado de una cadena que empieza a tejerse en la escuela y termina en la Moncloa. Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los únicos a los que hay que complacer para poderlos manipular, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los que hay que votar cuando llegan las elecciones, sin importar lo que hagan o dejen de hacer, porque son de los nuestros, gritan más fuerte, desgranan insultos con más facilidad, van mejor trajeados, regalan más baratijas y nos prometen poner a cada cual en su sitio, y estamos tan familiarizados con nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como si fuera lo más normal del mundo, pero ¿qué es un país mediocre? Mediocre es un país que sólo se siente orgulloso de sí mismo en los campos de fútbol. Mediocre es un país que se pasa buena parte del día frente a un televisor que muestra sobre todo basura. Mediocre es un país que está dispuesto a cambiar el esfuerzo por el enchufe. Mediocre es un país que llama solidaridad a la caridad. Mediocre es un país que pide justicia y se conforma con culpables. Mediocre es un país que no admite las distintas tendencias sexuales de los demás, juzga a las personas por su credo, color o nacionalidad y las considera distintas, cuando no inferiores, por sus limitaciones físicas. Mediocre es un país que valora los títulos más que la formación. Mediocre es un país en el que los padres se preguntan qué futuro van a dejar a sus hijos en lugar de preguntarse qué ciudadanos van a dejarle a su país. Mediocre es un país en el que los hijos prefieren depender de sus padres antes que coger la maleta y largarse a buscar la vida. Mediocre es un país que hace lo que le dicen, que todo se lo cree, que solo ve bien lo que la moda le pone delante de los ojos. Mediocre es un país que ahorra de todo menos de organizarles a los ciudadanos el tiempo libre. Mediocre es un país que recurre a las actividades organizadas para matar el tiempo. Mediocre es un país que se deprime cuando acaban las vacaciones y hay que volver al trabajo. Mediocre es un país que en casi 40 años de democracia no ha tenido un presidente que hable inglés y tenga verdaderos conocimientos de política internacional. Mediocre es un país en el que se habla una lengua oficial que es el español y en el senado se necesitan tres traductores de catalán, vasco y gallego, aunque sus señorías, hablen y entienda perfectamente el español. Mediocre es un país que invierte las subvenciones en destruir su agricultura, su pesca y su ganadería. Mediocre es un país que construye edificios a sabiendas de que no van a utilizarse. Mediocre es un país en el que la mayoría de los ciudadanos presumen de engañar a Hacienda y a la Seguridad Social. Mediocre es un país que no quiere trabajo mientras pueda cobrar el paro. Mediocre es un país que conoce sus derechos pero desconoce sus obligaciones. Mediocre es un país que odia pagar impuestos pero exige servicios. Mediocre es un país que piensa que el dinero sale del gobierno de turno, no del bolsillo de los ccontribuyentes. Mediocre es un país que acude en rebaño adonde le dan aunque sea un disgusto. Mediocre es un país que premia a los gobernantes que igualan a los ciudadanos a la baja en lugar de exigir que los iguale a la alta. Mediocre es un país en el que los medios de comunicación en lugar de informar a los ciudadanos defienden a un partido determinado y destruyen a otro para captar adeptos. Mediocre es un país en el que se permite que los terroristas o aquellos que les apoyan, estén presentes en las instituciones. Mediocre es un país en el que vale más la palabra del alumno que la del profesor. Mediocre es un país que por conseguir votos es capaz de dividir a las asociaciones de víctimas del terrorismo. Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo tantas veces en tan pocas décadas que ha puesto a sus estudiantes en la cola del mundo desarrollado. Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y obliga a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir. Mediocre es un país cuyo gobierno reforma las administraciones públicas restando el número de funcionarios y multiplicando el de altos, bajos y medios cargos. Mediocre es un país cuyo gobierno pretende resolver el problema del paro despidiendo trabajadores y fomentando el cierre de pequeñas y medianas empresas. Mediocre es un país que deja los servicios públicos en manos privadas. Mediocre es un país que aplaude a sus gobernantes antes de empezar a gobernar. Es mediocre un país en el que la brillantez ajena despierta sospechas, la creatividad es marginada y la independencia despreciada cuando no penada. Es mediocre un país que ha hecho de la mediocridad el gran ideal nacional, perseguido sin complejos por miles de jóvenes que buscan ocupar una plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza. Mediocre, hablando alto, firme y claro, es un país que ha permitido, fomentado y festejado el triunfo de los mediocres, arrinconando a las excepciones hasta no dejarles más que dos posibilidades: o seguir siéndólo a costa de ser mal visto, o la de incorporarse a la indignante fila de los mediocres.

Cajón de Sastre

Una de las mejores cosas que podemos hacer en la vida es viajar. ¡Lástima que no entre en la Seguridad Social! Hoy, tras mi reciente viaje por los Estados Unidos y Canadá, te invito a dar un paseo por Nueva York. ¿Te apetece? Alguien que visitó la ciudad antes que yo me dijo que era la capital del mundo. Tenía razón. Paseando por la Quinta Avenida, conocida también por la avenida de los millonarios, se tiene la impresión de que sobra el dinero, las posibilidades para todos, el bienestar general. Desgraciadamente no será así, pero por unos días, entre los brazos de sus impactantes rascacielos, las caricias de sus soberbios centros comerciales y la compañía de la multitud de hombres y mujeres de todas las nacionalidades, podemos soñarlo. Se necesitarían muchas semanas para conocer la ciudad, pero es tanto su poderío que nos permite hacerlo en un par de horas, bastaría con subirnos al mirador del Empire State y veríamos la ciudad de norte a sur y de este a oeste. Pero ni se te ocurra, una vez en ella, hay que patear sus calles, recorrer sus parques y visitar sus monumentos. Y sin más preámbulos, vamos a pasear. Primera parada: el Empire State. El Empire State Building ha sido el edificio más alto del mundo desde 1931 hasta 1972. Hoy en día, tras la caída de las Torres Gemelas, es el edificio más alto de Nueva York y lo seguirá siendo hasta la finalización de la futura Torre de la Libertad. El Empire State tiene 102 plantas y una altura de 381 metros (443 metros si contamos su antena). El edificio se construyó en tiempo récord, tan sólo pasaron 410 días desde el inicio de su construcción hasta su inauguración. En la construcción, en plena crisis del 29, trabajaron más de 3000 obreros que hicieron posible que se construyeran 4 plantas y media por semana. En el Empire State existen dos miradores, uno en la planta 86 (a 320 metros de altura) y otro en la 102. Cada año visitan el edificio casi 4 millones de turistas y, desde que se construyó, ha sido visitado por más de 100 millones. Segunda parada: la Catedral de San Patricio. La Catedral de San Patricio de Nueva York (St Patrick's Cathedral) es la catedral católica con estilo neogótico más grande de América del Norte. Está dedicada al Patrón de Irlanda. A pesar de que las obras de construcción de la catedral comenzaron en el año 1858, el trabajo se detuvo durante la Guerra Civil Norteamericana y el edificio no se vio finalizado hasta 1879. El diseño de la catedral pretendía ser el de un gran templo con dos torres de más de 100 metros de altura que se alzaran triunfantes sobre la ciudad, algo que se logró durante poco tiempo. Hoy en día la catedral presenta un aspecto más humilde si la comparamos con el imponente Rockefeller Center, situado enfrente de ella. La Catedral de San Patricio está realizada en mármol blanco, con el aspecto recargado característico del estilo neogótico. Esto es algo que lo convierte en un edificio muy especial, sobre todo si lo comparamos con los edificios cuadrangulares que la rodean. Una vez en el interior merece la pena destacar los enormes órganos, compuestos por 3.920 y 5.918 tubos, y la escultura de La Piedad, tres veces más grande que la de Miguel Ángel situada en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Probablemente, si se encontrara situada en otro contexto, la Catedral de San Patricio no sería tan llamativa pero, debido a su céntrica ubicación en Manhattan, resulta muy curioso contemplar los contrastes. La catedral se ubica en el corazón de Nueva York, entre los edificios de Quinta Avenida, por lo que nadie debería perderse su visita. Tercera parada: la Estatua de la Libertad. La Estatua de la Libertad es, sin duda, el símbolo más famoso de Nueva York. Su lema es: La libertad esclarece el mundo. Este monumento de 46 metros de altura (93 si contamos la base) se encuentra situada en Liberty Island (la isla de la libertad), y para visitarla es necesario ir en Ferry. El muelle se encuentra en Battery Park, al sur de Manhattan. La Estatua de la Libertad se inauguró en octubre de 1886 y fue un regalo de los franceses para conmemorar los 100 años de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. En 1984 fue declarada Patrimonio de la Humanidad. En su diseño participó Gustave Eiffel, el creador de la Torre Eiffel. El 4 de julio de 2009, coincidiendo con el día de la Independencia de Estados Unidos (fecha muy importante para la Estatua de la Libertad), el mirador de la corona fue reabierto al público ya que, desde los atentados del 11-S, subir estaba prohibido. Y ahora a comer que, aunque aquí la comida más fuerte es la de la cena, nuestro estómago dice que vacío ni a descansar. Me gustaría invitaros a una paella valenciana, a unas migas extremeñas con sardinas o a un simple bocadillo de jamón de Guijuelo, pero tendréis que conformaros con una hamburguesa, que es lo que hay a mano. Podríamos dedicar la tarde a recorrer palmo a palmo el Central Park, el Rockefeller Center, el Madison Square Garden o cualquiera de los muchos lugares restantes, pero lo mejor es que nos encaminemos hacia las Torres Gemelas. Digo bien, hacia las Torres Gemelas, porque tengo la impresión de que las Torres Gemelas son más visitadas ahora que cuando existían, y en homenaje a sus víctimas, a las víctimas de todas las guerras, del terrorismo, de cualquier tipo de violencia organizada, en tono de oración, vamos a hacer memoria. Historia El World Trade Center (WTC) era un complejo comercial de 16 acres, construido entre 1966 y 1987. Estaba compuesto por siete edificios, una plaza grande y un centro comercial subterráneo. El 26 de febrero de 1993, un grupo de terroristas islámicos detonó explosivos en el garaje que se encontraba debajo del WTC. Mataron a seis personas e hirieron a miles. El 9/11, destruyeron el complejo entero. De este complejo eran las Torres Gemelas. Con más de 1,360 pies de altura, eran los edificios más altos de la Ciudad de Nueva York. Ambas tenían 110 pisos y juntas proporcionaban un espacio de oficinas de casi 10 millones de pies cuadrados para aproximadamente 35,000 personas y 430 compañías, lo que atraía a decenas de miles de trabajadores y turistas a diario. El complejo incluso tenía su propio código postal: 10048. 11 DE SEPTIEMBRE DE 2001 Una mañana despejada de un martes, 19 terroristas del grupo extremista islámico Al Qaeda secuestraron cuatro aviones comerciales e hicieron que dos de ellos chocaran contra las Torres Gemelas de la Ciudad de Nueva York y que un tercero chocara contra el Pentágono en Arlington, Virginia. Luego de enterarse sobre los otros atentados, los pasajeros del cuarto avión, el vuelo 93, lanzaron una contraofensiva y el avión se estrelló en un descampado al oeste de Pensilvania. Los atentados del 9/11 dejaron como saldo 2,977 personas muertas, oriundas de más de 90 países. La víctima más vieja tenía 85 años; la más joven tenía dos. Más de 400 de esas víctimas eran socorristas que murieron cumpliendo su deber. ACERCA DEL PARQUE CONMEMORATIVO El parque conmemorativo del 9/11 se inauguró en el décimo aniversario de los atentados. Consta de dos piscinas ubicadas en el espacio de las Torres Gemelas originales. Estas piscinas se encuentran en el lugar donde estaban las torres. Cascadas de treinta pies (las más grandes de Norteamérica) caen en las piscinas y cada una luego desciende hacia un vacío central . Los casi 3,000 nombres de las víctimas de los atentados de 1993 y del 9/11 están inscritos en bronce alrededor de los perímetros de las dos piscinas. La distribución de los nombres se basa en capas de "adyacencias significativas" que reflejan los lugares en los cuales se encontraban las víctimas el 9/11 y las relaciones que compartían con otras personas que fallecieron ese día. De esta manera, se respetan los pedidos de los familiares de las víctimas que solicitaron que ciertos nombres estén cerca de otros. El parque conmemorativo fue diseñado por el arquitecto Michael Arad y el paisajista Peter Walker. El diseño fue seleccionado mediante una competición internacional que recibió 5,201 propuestas de 63 países. El WTC totalmente reconstruido incluirá el parque conmemorativo y el museo, el espacio para oficinas comerciales, venta minorista y conexiones para el transporte público. El plan principal para el centro, creado por Daniel Libeskind, requiere la construcción de una espiral de torres nuevas alrededor del parque conmemorativo de ocho acres. Durante los primeros años en los que el parque conmemorativo esté abierto, los visitantes podrán ser testigos de cómo se reconstruye el lugar alrededor de ellos, incluida la construcción del World Trade Center 1 precisamente detrás de la piscina norte, que con 1,776 pies será el edificio más alto de los Estados Unidos. Al este de la piscina sur, se erigirá el World Trade Center 4 con 72 pisos y 977 pies de altura. Hacia el noreste del pabellón del museo se encontrará el centro de operaciones de tránsito del WTC, diseñado por Santiago Calatrava. Cuando se termine de construir todo el centro, la plaza que lo rodea incluirá más de 400 robles blancos de California. Estos árboles fueron seleccionados de las guarderías que se encontraban dentro de un radio de 500 millas de los tres lugares de los atentados. El museo será el centro de atención mundial para preservar la historia del 9/11. Narrará los eventos del día, los antecedentes y la respuesta nacional e internacional posterior al hecho. Una exhibición conmemorativa específica rendirá homenaje a las vidas de cada una de las casi 3,000 víctimas. El pabellón de vidrio y acero que se encuentra entre las piscinas conmemorativas servirá como entrada al museo, con exhibiciones que se realizarán debajo de la plaza del parque conmemorativo. En el atrio del museo se encuentran dos tridentes de acero: columnas con forma de tenedores de la fachada original de la Torre norte. Rescatados después del 9/11, fueron llevados al centro en septiembre de 2010. Los tridentes representan la gran cantidad de objetos auténticos que se exhibirán en el museo conmemorativo 9/11 Memorial Museum. RESUMEN Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que el 11 de septiembre de 2001 el lugar de las Torres Gemelas se convirtió en un lugar sagrado, en un centro de peregrinación al que más que para admirar, la gente acude para reflexionar. Ojalá sirva para que todos los mortales, absolutamente todos, lleguemos a la conclusión de que, por encima de nuestras ideas, dioses y banderas, el hombre, por el hecho de serlo, tiene la obligación de ser el mayor defensor del hombre.

El Álbum de la Lengua

No hace falta fijarnos mucho para darnos cuenta de lo mal que se utiliza la expresión “desde mi punto de vista”, generalmente se cambia el desde por el bajo, incluso en los medios de comunicación, que es lo más lamentable. Ver bajo es difícil, lo cómodo es ver desde. Así pues, y con el propósito de contribuir a que se utilice correctamente, la pego este mes en mi álbum. Desde mi punto de vista: en mi opinión, a mi modo de ver, etc.

La Butaca

Ubico la noticia. Uno de los domingos de agosto. Visito el zoológico con unos familiares venidos de fuera. Mucha gente, mucho calor. Al final de la feliz jornada entramos en una de las tiendas, a comprar un regalo que quieren llevar. La tienda está hasta los topes; los clientes lo miran todo y esperan el turno de ser atendidos; las dependientas envuelven las compras a pasos forzados. Un señor sale cargado de paquetes envueltos en papel de regalo pero nadie se fija en él. De repente, la empleada que va pasando el cepillo de barrer detrás de los danzarines pies, dice en voz alta: “La cartera, la cartera. ¿A quién se le ha caído la cartera?” Los clientes registran automáticamente bolsos y bolsillos y ninguno recoge la cartera que yace tentadora en el suelo. Con ella en la mano, sale la trabajadora del local: “¡Por favor, por favor!, ¿alguien ha perdido la cartera?”, grita en el pasillo. Todos se detienen para registrarse pero solo el señor de los paquetes envueltos en papel de regalo acelera el paso hacia ella. “Gracias, muchas gracias, de verdad, muchas gracias”, dice un poco, mejor, un mucho sorprendido, como si estuviera ante un milagro. Desde Madrid informó para 30 días Angelines.

Carta a...

Querida Marisa: Le dedico estas líneas porque el periodista Carles Porta acaba de ser galardonado con el premio de periodismo “Huertas Claveria” por su libro titulado “Fago”. Nada tendría usted que ver con este premio a no ser porque es la protagonista del mismo, algo que sin duda usted no habría querido ser por nada del mundo. Usted era una ciudadana anónima. Trabajaba en Zaragoza. Si mal no recuerdo, tenía usted una pequeña tienda de decoración. Pero era oriunda de Fago, un pequeño municipio de la provincia de Huesca. De vez en cuando, como hacemos todos los que tenemos que dejar el pueblo, iba usted a lo que vamos todos: a pasar las navidades, a visitar a sus padres y demás familia, a sus vecinos de siempre, a sus amigos de la infancia, a una boda, a un entierro, , a la fiesta… a encontrarse, en definitiva, con el pasado que cuesta olvidar, pero en enero de 2007 tuvo usted que ir por algo tan terrible como inimaginable: el alcalde del municipio, Miguel Grima, había sido asesinado a tiros en una emboscada y su cadáver arrojado a un barranco, y unos días después, su hermano, Santiago Mainar, era detenido como presunto autor del crimen. Mejor no recordar las escenas que se vivieron en su pueblo por aquellos días pues eran más propias de otros tiempos que de los nuestros. Dos años después su hermano era condenado a veinte años y pico de cárcel que ya está cumpliendo. Los responsables de la investigación siguen dudando de que su hermano fuera culpable, pero tampoco están seguros de que sea inocente; en lo que todos coinciden es en que aquel crimen no fue cometido por una sola persona pero ¿quién fue la otra? Mucho me temo que la verdad, como en otros muchos casos, no se sabrá nunca. Lo que sí está demostrado es que su familia en general y usted en particular fueron víctimas inocentes por el hecho de defenderlo como era su obligación, y condenadas por el pueblo, su pueblo, el pueblo de sus amigos de siempre, de sus vecinos de toda la vida, al desprecio, al rechazo más absoluto y a otras humillaciones que la llevaron incluso a tener que cerrar su tienda. Esa es la otra cara de los pueblos, esa cara en la que podemos ver como en un abrir y cerrar de ojos dejan de ser un paraíso para convertirse en un infierno. De estas reacciones más inhumanas que humanas, de su lucha con la prensa que quería carnaza para saciar el morbo de los lectores y de sus peripecias por los enrevesados caminos de la justicia, versa el libro del señor Porta. Ojalá tenga muchos lectores y sirva para que ante estos casos todos aprendamos a ser más prudentes, más comprensivos, más delicados, pues detrás de un asesino hay siempre una familia que más que nunca merece respeto, y una cosa es pedir justicia para su víctima, y otra culpables para satisfacer bajos deseos. Cuente con todo mi apoyo, comprensión y respeto.