domingo, 21 de diciembre de 2014

Portada

 Queridos lectores: Acaba de salir el número 28 de 30 días, mi periódico, tu periódico, el periódico de cuantos quieran leerlo.

    Te recuerdo que puedes ser uno de mis corresponsales. Para esto basta con que envíes tus crónicas a: mjsanchezoliva@gmail.com, poniendo en el asunto “30 días” y en el mensaje el lugar de procedencia.

    Nota importante:

    Este periódico, como su nombre indica, se publica el día 30 de cada mes,aunque por razones de agenda a veces se adelante o se atrase alguna fecha. Solo hay dos meses al año que intencionadamente falta a su cita: septiembre y diciembre. Septiembre porque suelo coger vacaciones y diciembre porque entiendo que los lectores prefieren disfrutar de las fiestas navideñas y no me parece de buen gusto pedirles unos minutos; no obstante, para felicitarlos en fecha apropiada, suelo atrasar el número de noviembre.
    Este número debería ser el 29, el 28 correspondía al mes de octubre, pero por problemas técnicos y otras complicaciones no pudo salir.
    Pese a todo el número de visitas al blog ha sido muy elevado,tanto que quiero pedir disculpas a los lectores y darles las gracias. Espero no tener que volver a darles plantón. 

    Noticia personal:

    Acaba de ver la luz mi quinto libro: “Cuentos de la cigüeña (Soles y lunas)” Lo siento, no puedo seguir, Garipil se enfadaría. Lo dejo pues para que el próximo mes te lo presente él.

    Tarjeta de Navidad
      
    Parece que fue ayer cuando recibimos al 2014 y en unos días nos dirá adiós. A la navidad le pido de corazón que ninguna nube de tristeza surja en el cielo de tu alegría, y al 2015, que se te pase como este: volando. Es el certificado de que habrá sido un año feliz.
     
    Contenido

    La Vitrina:: ¿Quieres leer un libro en estos días de vacaciones y no sabes cuál? Aquí encontrarás 6 sugerencias. 
    Mesa camilla: Las cárceles se llenan de políticos que nos han desvalijado. ¿Podremos confiar en ellos?
    Cajón de Sastre: ¿Quieres saber el origen de una expresión muy nuestra? Abre el cajón, son dos minutos.
    El Álbum de la Lengua: Vosear sigue pareciendo algo vulgar, pero según la RAE, ya es correcto.
    La Butaca: El teatro está de enhorabuena, suma expectadores.
    Carta a… los Reyes Magos.
    Cosas de Garipil: Garipil coge otro libro de la estantería, le echa una ojeada y se decide por el primer cuento: La ciudad de los pájaros locos. Ojalá algún día deje de ser una idea para ser una realidad.

    Si has visitado cualquiera de las secciones, mil gracias; si las has visitado todas, un millón.

    Volveremos a encontrarnos en el próximo número.

    María Jesús. 

    Seguidores de Honor:
    Mónica Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 23-IV-2012.
    Arturo Arias Terceiro. Nacionalidad: argentina. 12-VI-2012.
    María del Mar Nuevo Vialás. Nacionalidad: española. 29-VI-2013. 

sábado, 20 de diciembre de 2014

La Vitrina

Aconsejar leer es muy fácil; aconsejar un libro, muy difícil. No todos los lectores tenemos los mismos gustos. Para seguir el consejo de alguien es necesario pues que conozcas el suyo. Los títulos que yo aconsejo, mejor dicho, sugiero, en esta sección, son de mi gusto; si has leído alguno, si sintonizas conmigo, elige entre estos seis, y si no es pedir mucho, decide leerlos todos. No te arrepentirás.
  
    El último caballero pardo

    Autor: SÁNCHEZ IGLESIAS, José Luis

    Reseña: Miguel Domínguez, conocido como El Cautivo, es el último de una clase de caballeros, los caballeros pardos, que controlaron un amplio territorio.
    La Extremadura del Duero por los cristianos, el Al-Sarrasín que dicen las crónicas musulmanas, y que no controlan ni los reyes cristianos del norte ni los musulmanes del sur. Es la frontera entre los dos mundos, el cristiano y el musulmán, un lugar peligroso y violento, en el que la única ley que impera es la que imponen los caballeros pardos.
     
    El judío de Shanghai

     Autor: Emilio Calderón
 
    Reseña: Corre el año 1943 y el ejército japonés, que controla la ciudad de Shangai en su totalidad, establece el único gueto judío del mundo que no está en manos de los nazis. Leon y Norah, un matrimonio de judíos llegados a Shangai en 1939, cuando la ciudad era puerto franco y aún conservaba intacta toda su fascinación, son recluidos en esta "área determinada para apátridas".

    Los santos van al infierno

    Autor: CESBRON, Gilbert

    Reseña: la interesante experiencia de los sacerdotes obreros en los suburbios de París constituye el tema de este libro. La figura del padre Pedro, Enrique el comunista y tantos personajes tomados de la realidad, dan al volumen una intensidad impresionante a la que colabora la extraordinaria figura del cardenal. Cada página y cada línea están escritas con una fuerza literaria y una veracidad social y moral que despierta auténtico interés.

    Las manos del pianista
  
    Autor: Eugenio Fuentes
 
    Reseña: En Breda, como en tantas otras ciudades españolas en pleno crecimiento, una modesta empresa constructora quiere aprovechar los nuevos tiempos para levantar una urbanización de lujo en el extrarradio y acometer la que será su operación más lucrativa. Todo, sin embargo, se complica cuando aparece, despeñado desde lo alto de un edificio en construcción, el cadáver de Martín Ordiales, socio y hombre fuerte de la empresa, que se había mostrado contrario a los planes modernizadores de la ambiciosa hija del fundador. El lector sospechará enseguida de la mano ejecutora de un torvo pianista fracasado, que se dedica a complementar sus humildes ingresos eliminando animales y mascotas incómodos. Pero es en realidad éste quien, angustiado por que lo acusen, contrata los servicios del detective Ricardo Cupido. Poco a poco la narración nos introduce en las vidas y relaciones de los diferentes implicados, y nos convence de que importan menos las coartadas que la turbia y desolada descripción de la condición humana.

    El abanico de seda

    Autora: Lisa Se

    Reseña: En una provincia de China, las mujeres crearon hace siglos un lenguaje secreto para comunicarse libremente entre sí: El nu shu. Aisladas en sus casas y sometidas a la férrea autoridad masculina el nu shu era su única vía de escape. Mediante sus mensajes, escritos o bordados en telas, abanicos y otros objetos, daban testimonio de un mundo tan sofisticado como implacable. El año 2002, la autora de esta novela viajó a la provincia de Huan, cuna de esta milenaria escritura fonética, para estudiarla en profundidad. Su prolongada estancia le permitió recoger testimonios de mujeres que la conocían, así como de la última hablante se nu shu, la nonagenaria Yang, conmovedora historia sobre la amistad entre dos mujeres, Lirio Blanco y Flor de Nieve.
    Un millón de luces

    Autora:Clara Sánchez
 
    Reseña: La estructura de "Un millón de luces" nos descubre las historias entrelazadas que componen la intriga de la novela y de la vida, impregnada de necesidad de amor, espejismos e incertidumbre. Los supervivientes de La Torre de Cristal, uno de los grandes edificios de oficinas de cualquier ciudad, tratan de adaptarse a una realidad cambiante. Clara Sánchez capta con ironía el mundo en que vivimos.

Mesa camilla

Lo que desde hace años era una sospecha expresada en todos nuestros idiomas y dialectos para los ciudadanos de sentido común, es, por fin, una certeza que tienen ante los ojos hasta los que carecen de él. Los políticos españoles, nuestros gobernantes, los señores de la democracia no son corruptos, como dicen en un intento de salvarse los que todavía no han caído, son, según el diccionario, ladrones.
    Ninguno de los que forman la larga lista de mangantes que en estos días tienen que hacer cola para declarar ante el juez tenía necesidad de robar,  sus sueldos y demás gabelas daban para vivir sin estrecheces, divertirse y ahorrar; robaban, simple y llanamente, para arruinarnos, para empobrecernos, que es lo más eficaz para hacer ciudadanos dóciles, manejables. Y sus robos, ya era hora, dejan a las claras la total ausencia de respeto a los ciudadanos, a las instituciones y a la constitución. ¿Cabe mayor delito? Desde luego, no.
    ¿Pero por qué se ha tardado tanto en destapar la olla de las vergüenzas, y principalmente la del PP, que es la que peor huele de momento? Porque por más que se empeñe el señor Rajoy y sus protegidos en hacernos creer que no sabían nada, ni el más tonto de los ciudadanos puede creérselo.  
    Tampoco hay que conjeturar mucho para sacar conclusiones y obtener respuesta. Al señor Rajoy le interesaba complicarle las cosas al expresidente Pujol,  desprestigiarlo ante la sociedad catalana cortaría sus vuelos de independencia, y el problema planteado empezaría a resolverse por falta de apoyos. La familia Pujol era un clan de mangantes, ni se salvan las nueras, ni se salvan los yernos, todos jugaban a ver quien ganaba más y en menos tiempo y ninguno se quedaba el último. Mejor cosa para airearle sus vergüenzas no la iba a encontrar, pero el señor Pujol no se resigna a perder su honorabilidad. “Si se mueve el árbol, se caerán las ramas”, amenazó públicamente, y como el árbol se movió, las ramas empezaron a caer, unas con hojas de exministros, otras con hojas de presidentes de diputación, no pocas con hojas de alcaldes, de consejeros, de concejales, de secretarios generales…. Y un largo ecétera que seguirá creciendo en cuanto empiecen a denunciarse unos a otros, pues solo ellos pueden probarlo, a buen seguro porque coincidieron en los bancos suizos poniendo a salvo el dinero robado o en alguna juerga en cualquier parador de turismo pagada con tarjetas tan opacas que no les veían el límite.
    Ante este panorama, el señor Rajoy, temeroso de perder votos, pide perdón a los españoles, con lo que deja claro que nos tiene por imbéciles. Los ciudadanos normales no queremos que se nos pida perdón, queremos que devuelvan hasta el último céntimo, paguen las multas correspondientes y cumplan las penas de cárcel como cualquier ciudadano, y muy importante para que hechos de esta índole no se repitan, que todos sus cómplices, los que durante tantos años han cerrado los ojos a tantos desmanes, aunque no estén imputados por falta de pruebas, sean retirados de la política inmediatamente porque, digan lo que digan, si no hay justicia, no hay perdón, y lo pagarán en las urnas.

Cajón de Sastre

"Ir por lana y volver trasquilado" se aplica a aquellas situaciones de las que uno espera obtener un gran beneficio y sin embargo acaban con pérdidas, y en general a todas aquellas cosas que salen al revés de lo previsto, normalmente de forma inesperada y catastrófica.
    Aunque hoy en día se siga utilizando habitualmente, es una expresión muy antigua, que ya aparece en el "Poema de Fernán González".
    Su origen podría estar en el castigo medieval de trasquilar a cruces a los blasfemos y herejes, es decir, pelarles con grandes tijeretazos cruzados, tal como se hace con las ovejas.
    Esta pena o humillación pública viene recogida en los textos jurídicos desde tiempos remotos; ya aparece en el IV Concilio de Toledo con el nombre de "turpiter decalvare" y el Fuero Juzgo la llama "esquilar laidamientre".
    Sin embargo, existe otra explicación menos enrevesada para el origen de esta frase, también recogida por fuentes antiguas, y que aludiría simplemente al carnero que se mete en rebaño ajeno y vuelve al suyo trasquilado, o sea, sin ganancia alguna para su dueño que ha perdido así su lana.

El Álbum de la Lengua

El voseo
    ANTES
    El voseo, o sea, el uso de vos por tú no pertenecía al uso culto estándar.
     AHORA
    Se considera que pertenece a la norma culta del castellano el voseo de la variedad rioplatense, es decir, el uso de vos por tú con las segundas personas de plural (no de singular) arcaicas. Ejemplos:
• vos cantas • canta vos • vos sos
• vos pones • vos decís • márchate vos
    Así se recoge ya en el apéndice de las conjugaciones verbales del DRAE de 2001, en el DPD y en la NGLE.

La Butaca

 Gonzalo nunca había ido al teatro.
     La mayor parte de su vida vivió en zonas rurales y a los pueblos pequeños no llegaban nunca las compañías de aficionados y mucho menos de profesionales. Es cierto que con los años pudo desplazarse a otros puntos de la provincia o a la capital incluso para ver alguna obra, pero como nunca había pisado en un teatro, jamás sintió la curiosidad de hacerlo,prefería el fútbol, el cine y los toros, que gracias a la televisión eran cosas más fáciles de conocer y más accesibles.
     Este verano, en la semana cultural de un municipio, vio, por casualidad,la obra de teatro que clausuraba los actos y quedó tan encantado que es el primero en sacar la entrada para todas las obras de la muestra de teatro que el mismo ayuntamiento organiza cada año,y dicho por él: si con una obra disfruta, con la otra disfruta el doble, por lo que piensa aprovechar todas las oportunidades de ver una obra.
     El teatro ha ganado pues un nuevo aficionado.
    Desde Béjar (Salamanca) informó para 30 días Araceli.

Carta a...

Queridos Reyes Magos:
    Me gustaría hilvanar estas líneas para pediros juguetes, cuentos y caramelos para todos los niños españoles, que es para lo que deben hilvanarse, pero este año, ante las velas que nos alumbran y pensando en su futuro, tengo que hilvanarlas para pediros juegos para los adultos.
    En primer lugar os pido para los jueces el juego de la coherencia.
    Como podéis observar a través de vuestra bola mágica, el político que no está preso, lo están buscando, y todos por el mismo delito: meter las manos -las dos juntas, para sacar más en menos tiempo- en las arcas públicas. 
    Está muy bien que los metan entre rejas, pero antes de entrar deben obligarlos a devolver hasta el último euro; solo así los jueces dejarán de hacer teatro para hacer justicia.
    Para los gobernantes, el de la responsabilidad.    Es hora de que aprendan de una vez por todas que son empleados de su país,  no dueños absolutos del mismo;  solo así podrán hacer bien todo lo que hacen mal, que es para lo que se les paga un sueldo a los trabajadores.
    Para los ciudadanos, el de la sensatez. Es urgente que aparquemos las ideas, los atavismos, los intereses individuales y empecemos a votarles por sus obras, no por sus palabras; a ningún trabajador se le paga el sueldo por adelantado y mucho menos se le firma un cheque en blanco.
    Me gustaría pediros trabajo para los parados, sanitarios para los enfermos, becas para los estudiantes, pero algo me dice que si los jueces juegan a ser coherentes y los ciudadanos a ser sensatos, los gobernantes, desde el primero hasta el último,  tendrán que jugar a ser responsables y yo no tendré que volver a escribiros para pediros cosas que deben darnos los hombres y no los reyes magos.
    Tres besos, uno para cada uno, y feliz viaje a España.

Cosas de Garipil

¡Hola! Terminé de leerte los relatos de “Letanías”. ¿Recuerdas? Hoy pues toca empezar a leerte otro de los libros publicados por mi autora: “El rosario de los cuentos”.
    Este libro fue galardonado con uno de los Premios Tiflos en su edición de 1996 y publicado en 2003.
    Además de los cuentos, el jurado tuvo en cuenta la estructura del libro. Para entenderlo debería leerte la introducción, pero para no hacerme pesado, paso direcctamente a los cuentos; no obstante, si te apetece tenerlo en tus manos y leerlo desde el principio hasta el final solo tienes que contactar conmigo. Estaré encantado de responderte. 
       
La ciudad de los pájaros locos

    Érase una vez un país llamado Utopía cuyos habitantes llevaban siempre sombrero para distinguirlo de los demás países.
    Los utopistas tenían dos cosas que, por ser consecuencia una de la otra, a menudo van parejas: bienestar y alegría.
    La Madre Tierra y el Padre Cielo les daban el alimento, el vestido, el habitat, y era tan infinito el amor de aquellos padres que, además de solazar sus cuerpos con estos dones, solazaban sus espíritus con dulces sonidos, con deliciosos olores y con bellos paisajes.
    Era cierto que sus casas no brotaban en el suelo como las amapolas en los trigales, era cierto que sus trajes no caían de las perchas como las manzanas de los manzanos, era cierto que no siempre lloraban las nubes y reía el sol cuando sus ríos sufrían de sed y sus campos gozaban de vida, era cierto que ni con el paladar dormido y los dientes despiertos podían comer el pan tal cual se lo brindaban las espigas... pero los utopistas tenían la cabeza para algo más que para llevar sombrero, la tenían para pensar, para dar forma y virtud a sus ideas y pensamientos. 

    De los bosques, de las minas y de las canteras extraían materiales para construir lujosas y confortables viviendas; de los linos, de los capullos de los gusanos de seda y de los vellones de las ovejas sacaban fibras para hacer lindas y gratas prendas de vestir; en complejos aljibes embalsaban la nieve y la lluvia; el sol, en el recuerdo que, cuando lucía, sabían y podían gozarlo todos. Abortaban las tormentas con mágicos cohetes, se desplazaban en magníficas diligencias y con milagrosos ungüentos combatían los virus. Transformaban la leche en queso, las uvas, en vino, las aceitunas, en aceite... conservaban los huevos, las carnes, el pescado... disponían de herramientas que les ayudaban en el hogar, en el campo, en los negocios..., desconocían el dolor, la maldad y la pobreza, y eran tan laboriosos, tan previsores y tan coherentes que jamás la escasez, los imponderables y la estupidez les pillaron sin reservas, sin medios o sin respuestas.
        Tan asegurado estaba el futuro en Utopía que de los siete días de la semana tres y medio eran fiesta en todo el país. Los utopistas se divertían tocando el violín, bailando maravillosas danzas, cantando hermosas melodías, disfrutando de exquisitos manjares, brindando con finísimos licores, ganando y perdiendo en mil juegos de azar... siempre en perfecta armonía, siempre con sumo respeto.
        Pero ocurrió que un oscuro día algunos ciudadanos equivocaron la cabeza con el sombrero y salieron de casa dejándola en el perchero, y como los sombreros sólo les daban sombra, de sombras cubrieron todo el país. Comieron sin ritmo, bebieron sin freno, expoliaron las arcas de sus parientes, desintegraron a sus vecinos, ultrajaron a las hijas de sus amigos, se adueñaron de las calles... sembraron las fiestas de miedo y los corazones de dolor, de rabia y de impotencia, y fue tal el cambio que se produjo que aquel país llamado Utopía acabó llamándose Realidad.
    El Rey de Realidad, temiendo que la barbarie cruzara los muros de su palacio, reaccionó, y un día, sin pararse a comprobar si lo que llevaba sobre los hombros era la cabeza o el sombrero, firmó la ley del Gran Ejemplo y la cumplió a rajatabla.
    Al que hurtaba una olla le cortaba una mano; al que la hurtaba con las habichuelas dentro, las dos. Y de nada le servía al reo de turno defenderse con el hambre. Al que murmuraba, calumniaba o insultaba, le cortaba la lengua ¡y a callar para los restos! Al que miraba con deseo a la mujer de alguien le sacaba un ojo; al que además de mirarla le tocaba el pelo de la ropa, los dos. Y si la dama agredida no apedreaba públicamente al condenado sufría la misma pena que él. Al que ponía un pie en maizal ajeno se lo segaba; al que se metía de patas en él, le segaba los dos. Al que mataba, violaba o mutilaba a alguien, le rebanaba el cuello de un tajo ¡y muerto el borrego se enterraban las mañas!
    Pero las calles se llenaron de mancos, de mudos, de ciegos, de tuertos, de cojos, de enlutados, -de almas marcadas, de muertos vivos-, y de ciudadanos recompensados con desdichas ajenas, insaciables de escarmientos, orgullosos de su integridad, y fue tal el filo que los dividió en culpables e inocentes que aquel país llamado Realidad acabó llamándose Venganza.
    El Rey de Venganza temió ser mal visto por las coronas extranjeras, y un día, sin detenerse a mirar si lo que le pesaba en los hombros era la cabeza o el sombrero, abolió la ley del Gran Ejemplo y aprobó la ley de la Gran justicia.
    Para poder aplicarla, construyó, en todas las ciudades del país, unos aislados, vastos y desangelados edificios que llamó cárceles. Entre sus insalvables rejas metía a los camorristas, a los ladrones, a los sádicos, a los criminales... semanas, meses, años, siglos... a tal delito, tal tiempo.
Los presos pasaban las horas de cárcel mano sobre mano, sin otra responsabilidad que la de expiar sus culpas, sin otro deber que el de restarle días a la condena, y un perverso pajarraco llamado Ocio empezaba a rondarles de día y de noche hasta que al fin, con resistencia o sin ella, anidaba nuevas maldades en las copas de sus sombreros de tal suerte que, el que entraba granuja, salía bandido, el que entraba ratero, salía ladrón, el que entraba pillo, salía truhán, el que entraba violador salía asesino y el que entraba asesino salía demonio.
    Los ciudadanos dignos vivían muy a gusto sabiéndolos cautivos en las terribles mazmorras, pero se quejaban de tener que pagar un impuesto a la Corona para sostener sus vidas, aunque sólo fuera, como era, con un vaso de agua y un mendrugo de pan tres veces al día, y al verlos en libertad los miraban con tan malos ojos, con tanto desprecio, con tanto rechazo, que los liberados, en lugar de acercarse a ellos con humildad, con gratitud, con confianza, les amenazaban, les perseguían por doquier y les atacaban con las crías del pajarraco hasta hacerles confundir la cabeza con el sombrero, y fue tal el caos que se formó que aquel país llamado Venganza acabó llamándose Vergüenza.
    El Rey de Vergüenza, a la sazón longevo y odiado por tantos y tan funestos desatinos, se levantó una radiante mañana de sol, dejó el sombrero en el perchero y utilizó la cabeza, y tanto y tan cuerdamente pensó que al cabo de unos días mandó todas las leyes al garete y firmó y rubricó la ley del Gran Amor.
    Para implantarla, fundó, en medio del mar más álgido y bravo, una ciudad de babélicos muros y puertas secretas. En aquella ciudad, a excepción de tabernas de marineros, de casas de sirenitas, de patios de fresco, de cháchara y té, de salones de baile, de salas de juego, -de placeres para el cuerpo-, había lo que en las demás ciudades, pero en ella sólo vivían los pájaros locos: los ciudadanos que en una ausencia de luz se atolondraban, confundían las cosas y usaban el sombrero en lugar de la cabeza. Los ciudadanos que no sufrían despistes sólo podían ir de paso y sin perder la estricta vía del tren de la ley. Como turistas, para visitar los monumentos de la ciudad, para conocer las costumbres de sus gentes y para adquirir recuerdos para sí y para los demás. Como rehabilitadores de los Pájaros, para ayudarles a cambiar de plumas, para animarles a seguir el camino del trabajo y para enseñarles a volar sin cortarles el vuelo a sus semejantes. Como miembros del Servicio de Inspección de la Corona, para comprobar el estado de todas las instalaciones, para observar el cumplimiento de sus respectivos responsables y para actualizar las cuentas entre los pájaros, la Corona y las víctimas. Y como agente de la Guardia de la Ley Real, para exigir que los turistas cruzaran las puertas con los ojos bien vendados y las manos y los equipajes libres de objetos y productos prohibidos, para impedir posibles altercados entre turistas, rehabilitadores, inspectores y pájaros, y para empadronar en la ciudad a los visitantes que por jugar a la suerte con el sombrero y la cabeza se convertían en pájaros. Y nada de contar las horas con los brazos caídos, y nada de ser el blanco de las moscas. Los pájaros locos tenían que asear sus casas, coser, lavar y planchar su ropa, preparar su comida... Ninguno estaba exento de asistir a clase. Los intelectuales estudiaban leyes, arte, botánica, letras, números, medicina... los hábiles aprendían oficios como el de fumista, el de orfebre, el de alfarero, el de afilador, el de sastre, el de albañil... y todos recibían lecciones de rectas conductas, de serios comportamientos, de actitudes humanas y de positivos talantes ante la vida. Sus únicas diversiones eran hacer gimnasia, cantar y leer. Unos eran patronos: tenían su propio negocio. Otros eran empleados, obreros de los demás. Unos trabajaban en empresas públicas; otros, en particulares. Pero todos trabajaban y lo hacían en granjas, en talleres, en sanatorios, en minas, en despachos, en bazares, en transportes, en hospederías, en mercados, en la agricultura, en la ganadería, en la pesca... cada cual en lo que mejor conocía, cada cual en lo que más rendía. Como todos los trabajadores obtenían ganancias de sus negocios o cobraban un salario, pero a sus manos no llegaba ni la más mínima parte de tales ingresos, iban íntegros y derechos a pagar sus gastos a la Corona, -que eran los ocasionados por ellos y por las personas que tenían a su cargo en el momento de convertirse en pájaros-, y para recompensar, en lo posible, a sus víctimas, o lo que era igual, a cumplir su condena. Y para que los ojos del mundo vieran con claridad el meollo de aquella ley, el monarca, ocultando las verdaderas gracias de los pájaros entre los sutiles celajes de un color, grababa sus despistes en resistentes pergaminos que mandaba colgar en los muros de todas las ciudades del país, de tal suerte que, propios y extraños, se sorprendían con sentencias como éstas:
Pájaro Rojo
"Con la hoz de segar el trigo, este pájaro le segó la cabeza a un hombre que tenía familia, y para alimentar a la viuda y a los huérfanos del ausente, ha de trabajar como conductor de un coche de caballos".
Pájaro Anaranjado
"Con uno de los cohetes de abrir las fiestas, este pájaro le cerró los ojos a un mozuelo, y para pagarle un mentor que guíe sus pasos, ha de trabajar como alguacil del municipio".
Pájaro Amarillo
"Con la osadía de quien coge las longanizas de su despensa, este pájaro cogió las joyas del cofre de una dama, y para volver a llenárselo de tesoros, ha de trabajar como propietario de una tintorería".
Pájara Verde
"Con el alivio que se dejan unas botas que hacen daño en el desván, esta pájara
dejaba a sus hijos en la calle de día y de noche, y para que dos ayas se turnen para cuidarlos, ha de trabajar como mesonera". 

Pájaro Azul
"Con la ternura del bueno que intenta favorecer los intereses del débil, este pájaro le sacó todos los ahorros de su vida a una anciana que vivía sola, y para devolverle hasta el último céntimo, ha de trabajar como jardinero de los jardines municipales".
Pájaras Añil
"Con la pasmosidad que el labrador le prende fuego al rastrojo, estas pájaras le quemaron la yacija de paja a un mendigo, y para que el hombre duerma de por vida entre sábanas de lienzo, han de trabajar como pastoras de cabras y ovejas".
Pájaro Violado
"Con la vara de varear las ramas de los olivos, este pájaro vareaba a diario el cuerpo de su mujer y para que coma y se divierta hasta que se enamore de un hombre más civilizado, ha de trabajar como deshollinador de chimeneas".
    Si en lugar de al cuerpo y a los bienes sufrían agresiones al alma y al sentimiento, las víctimas eran recompensadas con cestos de flores por el cumpleaños, con cajas de bombones por el santo, con un diamante, con un libro, con un cuadro... con una ilusión florecida, con un sueño hecho realidad. Para ello, la ley conmensuraba en lo humanamente posible, la magnitud y las consecuencias del agravio, con el significado y el valor del obsequio, de tal suerte que, en algunos pergaminos figuraban sentencias como éstas:
Pájara Pinta
"Con el temor que los pastores espantan al lobo de los rebaños de ovejas, esta pájara expulsó a un alumno negro de las aulas de blancos, y para pagarles a todos un viaje de placer que impida germinar en sus corazones la semilla del racismo, ha de trabajar como tejedora de tapices".
Pájaras Pardas
"Con la facilidad que transformaban en virtudes los defectos de sus hijas, estas pájaras transformaban en defectos las virtudes de las hijas, de sus vecinas, y para lavarles la mala fama con deliciosos perfumes, han de trabajar como fregonas de un albergue".
Pájaro Alazán
"Con la desfachatez de quien no se mira nunca al espejo este pájaro se burló de una niña fea, y para endulzarle el amargo recuerdo con una espléndida visita de los Reyes Magos, ha de trabajar como campanero de una iglesia".
Pájaros Negros
"Con la libertad de los matrimonios que discuten en la intimidad de su alcoba, estos pájaros se pelearon en la casa de los padres de uno de ellos, y para sacarles el mal trago del cuerpo con una gran cena de Navidad, han de trabajar como molineros de trigo".
    Y devolviendo con esfuerzo lo que habían quitado con fuerza, aquellos pájaros locos descubrían que su libertad acababa donde empezaba la de sus semejantes. Y cuando salían de la ciudad, -que era cuando sus víctimas dejaban de depender de ellos-, valoraban tanto las cosas, amaban tanto la vida y tanto deseaban disfrutar de los dones que la Madre Tierra y el Padre Cielo les daban, que jamás salían de casa sin comprobar si lo que dejaban en el perchero era la cabeza o el sombrero. Y fue tal el triunfo del amor que aquel país llamado Vergüenza acabó volviéndose a llamar Utopía.
        
        Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
    Garipil-1995.
    Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
    Letanías-1999.
    Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
    El rosario de los cuentos-2003.
    Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1997.
    Cartas de la Radio-2007.
    Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc, y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.

    Para más información, hacer un comentario o simplemente saludarme, , solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net 

    Estaré encantado de responderte.

    Gracias por tu visita y hasta el próximo número.