jueves, 3 de noviembre de 2016

COSAS DE GARIPIL

  ¡Hola!Hace una hermosa tarde de veroño, es decir, de otoño con sol y temperatura de verano, y como es una de las estaciones que invitan a la poesía, aquí me tienes, con los “Cuentos de la cigüeña” entre las manos para leerte uno de sus poemas. 

        EL REY Y LAS CIGÜEÑAS 

    Campanola tenía un rey, 
el rey tenía un palacio, 
el palacio era de mármol 
con puntillas de oro de ley. 
De oro era el tejado, 
de oro las chimeneas, 
de oro los balcones, 
de oro las azoteas. 
    Tenía fuentes de siete colores, 
jardines siempre en flor, 
mil soles para el frío 
y las mismas sombras para el calor. 
En aquel paraíso 
el rey vivía a sus anchas: 
dos le ponían el manto 
y cuatro se lo quitaban, 
unos mimaban su estómago, 
otros alegraban su alma, 
y los que no servían en palacio, 
para el palacio las tierras labraban 
a cambio de comer lo justo 
para poder trabajárselas, 
pues todo, todo en Campanola 
era de la real corona. 
    Una espléndida mañana de otoño, 
estando el rey en su trono 
recogiendo sin rubor 
el trigo que le entregaban los hombres, 
se colaron las cigüeñas; 
y plantada ante sus barbas 
la menor de la bandada 
le espetó en nombre de todas: 
    —Nos hemos cansado de traer niños 
para que vivan a su servicio, 
es usted quien ha de trabajar por ellos, 
a cambio, si lo merece, de un sueldo. 
Por lo tanto, tiene usted dos caminos: 
o devuelve las tierras a sus dueños 
para que olviden el hambre sus hijos, 
o en un santiamén cambiamos de nido. 
    El rey explotó en carcajadas. 
¡Pobrecilla! Se había vuelto loca, 
y las demás cigüeñas, 
para burlarse, hacían bromas. 
¿Por qué iba a preocuparse? 
Las cigüeñas de su reino 
solo entendían de llevar bebés 
y de engordarlos hasta sin comer 
para que lo antes posible 
los niños le cultivaran las tierras 
y las niñas se hicieran cigüeñas 
para llevarle futuros sirvientes. 
Solo había que verlas 
cómo se arrodillaban a sus pies 
y cómo lo aplaudían 
cuando le daba por dejarse ver 
vestido de terciopelos, 
paseando en carrozas de oro o de plata, 
pescando peces de nácar 
o comiendo entre jarrones de flores. 
Pero aquella misma noche, 
mientras dormía feliz 
de tener lleno el granero, 
las cigüeñas remontaron el vuelo 
y huyeron lejos, muy lejos, 
a un país donde los niños 
iban a la escuela siempre vestidos 
y volvían para cenar en casa, 
y tenían juguetes, 
y tenían boticas, 
y tan libres llegarían a ser 
que al rey se le congelaron las risas, 
pues, ante sus ojos desfilaron 
los desastres que al final pasaron: 
dejaron de nacer niños, 
los viejos fueron muriendo, 
los jóvenes que quedaron 
comían tan poco 
y trabajaban tanto 
que no llegaban a viejos. 
    De vez en cuando, para remediarlo, 
el rey llamaba a un criado, 
le daba una escopeta 
y a gritos le decía: 
    —¡Ve a buscar a las cigüeñas! 
Si no quieren venir vivas, 
me las traes muertas, 
o serán para ti las balas. 
Pero ante su decepción, 
ni volvía con las cigüeñas, 
ni volvía con la escopeta, 
también cambiaba de nido. 
Y antes de lo esperado 
dejaron de dar trigo los trigales, 
se murieron todos los animales 
y las chabolas quedaron vacías; 
solo seguía en su nido 
la cigüeña que por vieja 
renunció a la fuga 
sin renunciar a la lucha. 
    Un día, tan extrema fue la situación, 
que el rey en persona 
se quitó la corona 
y fue a visitarla. 
    —Ya no tengo ningún criado; 
llevo un mes sin comer; 
no sé ni abrir la despensa. 
Ponte en pie ¡y hale, a servir a tu rey! 
    La cigüeña entró en el palacio 
con las plumas tiesas de ira, 
pero al ver llena la despensa 
se le alborotaron de risa. 
Para coger fuerzas, 
se encerró a cal y canto, 
cogió pan, vino y queso, 
y se llenó el papo; 
después, se fue a la cocina, 
se plantó el delantal, 
hizo una sopa de arroz, 
y en plato de oro, al rey se la ofreció. 
    —Solo queda este platillo de sopa. 
Si ceno yo, usted morirá primero; 
si cena usted vivirá un día más, 
pero nadie podrá enterrarlo luego. 
    El rey clavó los ojos en la sopa. 
    —Cómetela con plato y todo 
-le dijo al instante el estómago-, 
que, aunque solo es de arroz, sabe a cordero. 
Pero la cabeza, 
enmarcada en su corona, 
le obligó a soltar la cuchara 
con sus reales razones. 
    —Si dejas morir a la cigüeña, 
te quedarás solito en el reino, 
y morirás como cualquier mendigo, 
no como el rey que eres y siempre has sido. 
Y cerró los ojos para no ver 
cómo la cigüeña engullía el arroz 
grano a grano para matar el tiempo, 
mientras que el tiempo lo mataba a él. 
    Cuando el rey de Campanola murió por fin, 
la cigüeña llamó a todos los reyes amigos, 
y, en cuanto las majestades llegaron, 
a tan simple doncella preguntaron: 
    —¿De qué mal ha muerto tu rey? 
—Del mismo que vivió 
-respondió la cigüeña convencida-: 
del hambre. 
    Y tanto les impactó su mirada 
que, por temor al contagio, 
quitaron las puntillas 
de todos sus palacios, 
y en los huecos colgaron nidos 
para que todas las cigüeñas 
pudieran dejar a sus hijos 
sin miedo a que un rey les comiera el trigo.

    María Jesús.
    
    Relación de libros publicados por mi autora: María Jesús Sánchez Oliva. Pero antes quiero recordarte que por ser el primero de sus libros me ha distinguido con este espacio en su blog del que me siento tan orgulloso como responsable.
    Garipil-1995.
    Reseña: Garipil es un semáforo. Nace con una idea en la cabeza: decir a la sociedad que las máquinas como él nacen para estar al servicio del hombre, para ayudarle en todas las tareas que tiene que realizar, para hacerle la vida más cómoda, pero en ningún caso para suplirlo. Su mensaje es tan aconsejable para niños como para mayores.
    Letanías-1999.
    Reseña: Letanías es una colección de historias breves pero completas. El libro ideal para los que quieren leer pero les falta paciencia para enfrentarse a libros con muchas páginas. Algunos de los relatos han sido premiados en distintos certámenes literarios.
    El rosario de los cuentos-2003.
    Reseña: En los primeros años de la posguerra española, en un pueblo de Castilla, un cura de la época es incapaz de encauzar a sus feligreses por el camino recto a través del Santo Rosario, como era costumbre. Ante su fracaso decide transformar cada misterio en un cuento. El resultado son quince cuentos para niños de distintas edades. Cada cuento está ilustrado con una viñeta alusiva a la época. Este libro obtuvo el tercer premio en el Concurso de Cuentos Tiflos en su edición de 1996.
    Cartas de la Radio-2007.
    Reseña: Cartas de la Radio es una colección de cartas o artículos de opinión escritas y leídas en un programa de radio por María Jesús Sánchez Oliva durante cuatro años. Las cartas van dirigidas a políticos, ciudadanos de a pie, víctimas del terrorismo, instituciones, asociaciones, etc, y no pocas nos llevan a acontecimientos que siguen vivos en nuestra memoria.
    Cuentos de la Cigüeña (Soles y Lunas)-2014.
    Reseña: Son doce cuentos escritos en verso con los que las mamás –y los papás- disfrutarán leyéndoselos a sus hijos y los niños aprenderán a amar la poesía a la vez que los cuentos.

    Para más información sobre los libros, hacer un comentario o simplemente saludarme, , solo tienes que contactar conmigo a través de mi dirección de correo electrónico:

garipil94@oliva04.e.telefonica.net 

    Estaré encantado de responderte.

    Gracias por tu visita y hasta el próximo número.

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